La unidad eurasiática se ve amenazada por la implosión de Kazajistán

Por Maxence Smaniotto

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Kazajistán –una pieza fundamental en el rompecabezas eurasiático y el país más grande de Asia Central – ha sido sacudido, desde el 2 de enero de este año, por inmensas manifestaciones que pronto se convirtieron en disturbios callejeros. Rusia y otros países de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva han enviado tropas al país con tal de apoyar al gobierno kazajo. El riesgo de que el país implosione es real y en caso de que esto suceda, sus efectos causaran conmoción tanto en la región como en las vecinas Rusia y China. 

Un enorme rompecabezas étnico

Kazajstán es el país más grande de Asia Central y cuenta con casi tres millones de kilómetros cuadrados y, aunque no es el país más poblado de toda la región, tiene una enorme importancia económica y étnica en Eurasia. Según las estadísticas, de sus veinte millones de habitantes, el 68% son kazajos, 19% son rusos, 3% uzbekos y un 1% son alemanes provenientes del Volga. También existen minorías uigures, armenias, ucranianas, bielorrusas y tártaras. No obstante, la demografía del país se ha visto afectada por la caída de la URSS: los kazajos, que en ese entonces eran una minoría étnica, comenzaron a crecer gracias a que durante la década de 1990 más de un millón de ellos se reasentó en Kazajistán huyendo de los países vecinos, mientras tanto la población indoeuropea fue desapareciendo hasta casi extinguirse.

En 1989 la población rusa era de un 38% y ahora no es más que la mitad de esta cifra, concentrándose casi toda en el norte del país, junto a la frontera con Rusia. Tal redistribución geográfica se ha convertido en una fuente de tensiones entre Rusia y Kazajistán, debido a que este país teme que se produzcan movimientos cesionistas como los que han ocurrido en otras repúblicas postsoviéticas (Moldavia y Ucrania). En 1998 – y a pesar de los importantes lazos políticos, militares y económicos que tanto Rusia como Kazajistán siempre han mantenido – el gobierno decidió trasladar la capital del país a Alma Ata (Astana), en el suroeste – justo en el límite entre las regiones de habla rusa y kazaja –, con tal reforzar el peso político y económico de los kazajos, mientras que en el norte se han concentrado los rusoparlantes. La futurista Astana fue rebautizada como Nur-Sultán en el 2019 en honor al ex presidente Nursultán Nazarbáyev. 

Los sangrientos disturbios nacionales

El 2 de enero estallaron grandes manifestaciones en varias ciudades del país, especialmente en Alma Ata. Al principio las demandas de los manifestantes eran bastante confusas, pero lo que desencadenó los disturbios fue la subida de los precios del gas cuyo costo era insostenible para los pobladores, especialmente porque el desempleo ha subido en un 8% según las estadísticas oficiales y la vida se ha vuelto muy cara debido a la pandemia. Esta subida de los precios del gas resulta cuestionable si tenemos en cuenta que Kazajistán es un importante exportador del mismo. A todo esto se ha sumado el rechazo a la vacunación obligatoria y el odio que siente la población hacia un sistema político corrupto que ha entregado gran parte de la economía nacional al libre mercado. Kazajistán es un país dominado por una pequeña oligarquía que, en el momento de estallar las protestas, huyó en sus aviones privados hacia Suiza, Londres, Budapest y Moscú. 

Las protestas en este país son el resultado de muchos factores distintos y que han desencadenado una serie de revueltas de carácter anárquico y poco claro. A todo esto se suman los intereses de varias potencias extranjeras que intentan reconducir estas protestas con tal de imponer sus intereses.

Desde el 5 de enero, estas manifestaciones se convirtieron en disturbios y saqueos generalizados, donde varios edificios gubernamentales han sido invadidos y saqueados. El aeropuerto de Alma Ata también ha corrido un destino parecido. Varios agentes de policía fueron asesinados (los informes oficiales hablan de al menos 18 policías muertos, dos de ellos decapitados), mientras que otros se han unido a la protesta. Incluso se han filmado videos que muestran como los manifestantes se apoderan de vehículos militares y armas de fuego en medio del caos generalizado. Varios cuarteles militares fueron asaltados y los soldados que se encontraban adentro fueron despojados de sus armas, humillados y golpeados públicamente. Se informa que ha habido también muchas muertes entre los manifestantes y se sabe que al menos mil de ellos fueron detenidos.

El presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokáev, disolvió el gobierno ese mismo día y declaró el estado de emergencia en todo el país. Luego pidió a los miembros de la OTSC que enviaran tropas para ayudar a que las autoridades locales recuperen el control del país. Rusia y otros miembros de la OTSC rápidamente enviaron contingentes militares: 3.000 rusos, 500 bielorrusos, 200 tayikos y 70 armenios. El gobierno de Kazajistán, en un intento de calmar la situación, aseguró que el precio del gas sería fijado por el Estado durante los próximos 180 días. 

Muchos sospechan que se ha tratado de una intervención extranjera, ya que la forma en que se desarrollaron los acontecimientos recuerda bastante a las “revoluciones de color” que han sacudido todo el espacio postsoviético desde el año 2000. El 6 de enero, el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, declaró que existían evidencias de que agentes extranjeros operan en Kazajistán.  

La importancia geopolítica de Kazajistán y el panturquismo

Bajo la presidencia de Nursultán Nazarbáyev, que gobernó el país con mano de hierro durante treinta años (de 1990 a 2019), Kazajistán desarrolló una política multilateral que refleja la geografía y la diversidad étnica del país. Las élites kazajas han desarrollado vínculos económicos y políticos con Occidente; China se ha interesado en las grandes reservas de hidrocarburos del país y en que el territorio de Kazajistán es poco montañoso, ideal para construir las rutas terrestres necesarias para el Cinturón y la Franja; además, Rusia conserva importantes lazos con Kazajistán debido a su pasado común y a la presencia de una numerosa población rusa en el norte del país. 

Kazajistán es miembro de varias organizaciones: militarmente hace parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una especie de OTAN rusa, conformada por Rusia, Tayikistán, Bielorrusia, Armenia y Kirguistán (Serbia es miembro observador); económica y políticamente hace parte de la Unión Económica Euroasiática (UEE) junto con Rusia, Armenia, Bielorrusia y Kirguistán (Tayikistán es candidato a esta organización y otros países, como Irán, Moldavia o China, han mostrado cierto interés en unirse a ella). Kazajistán también es un miembro activo de una de las estructuras económicas más dinámicas de la región, la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), en la cual se encuentran China, Rusia, Irán, India y Pakistán. Además, Kazajistán fue el primer país postsoviético que asumió la presidencia de la OSCE durante un año. 

Kazajistán es un país turcófono de mayoría suní y mantiene importantes vínculos con Turquía, habiendo comprado aviones no tripulados y vehículos blindados turcos en el 2021. Kazajistán hace parte de la Organización de Estados Turcos (OET), una especie de embrión de una organización panturca creada en el 2009 y a la que pertenecen Turquía, Kazajistán, Azerbaiyán, Kirguistán y Uzbekistán (Hungría y Turkmenistán son por ahora miembros observadores). El secretario de esta organización – que ha sido reactivada recientemente – es el kazajo Baghdad Amreyev. La OET cuenta con una Academia Turca en Nur-Sultán, una Secretaría General en Estambul y una Asamblea Parlamentaria en Bakú, capital de Azerbaiyán. Kazajistán espera que esta influencia de Turquía ayude a contrarrestar el peso que China y Rusia tienen en el país. 

Turquía ha comenzado a ser vista por los países del Asia Central y del Cáucaso como un interlocutor fiable y serio en los últimos años. Imagen que se ha visto reforzada por sus éxitos militares en Siria, Libia y en Artsaj en contra de las tropas armenias durante el 2020. A pesar de que la economía turca ha entrado en crisis, eso no ha impedido que se lance a una serie de guerras imperialistas y depredadoras con el objetivo de crear un eje panturco que se extienda desde los Balcanes hasta el Xinjiang en China. Este proyecto se apoya en los sentimientos nacionalistas que mueven a una parte de la población turca del Asia Central. Turquía ha promocionado geopolíticamente el panturquismo durante los últimos años y este se ha visto reforzado o reactivado por varios conflictos regionales. Gracias a la victoria azerí en Artsaj y la apertura de rutas de transporte terrestre entre Turquía y Azerbaiyán a través del territorio armenio, el panturquismo ha revivido. ¿Será que acaso Turquía volverá sus ojos hacia Asia Central, objetivo que ya tenía en vísperas de la Primera Guerra Mundial, en donde pretende expulsar a Rusia de la región para poder crear una confederación panturca?

El subsuelo de Kazajistán tiene muchos recursos y eso atrae la codicia de grandes potencias económicas. De hecho, Kazajistán es el mayor productor de uranio del mundo (posee el 15% de las reservas mundiales de este metal), mientras que el petróleo representa el 56% de sus exportaciones. También es el mayor productor de lino y un importante exportador de productos agrícolas.

Kazajistán es una pieza importante en la geopolítica eurasiática y esa es la razón por la cual los miembros de la OTCS, una estructura militar que agrupa a varios países de la UEE, intervinieron rápidamente después de que estallaron los disturbios. 

El politólogo ruso Aleksandr Dugin ha señalado en una entrevista que Kazajistán está pagando el precio de su política exterior multilateral marcada por intereses opuestos y contradictorios, ya que la élite kazaja se encuentra muy occidentalizada. Es más, ¿cómo puede un país firmar al mismo tiempo acuerdos con miembros de la OTAN (Turquía e Italia en 2021) y equilibrar al mismo tiempo los intereses del imperialismo panturco y los proyectos de Rusia y China? La estabilidad de un país depende muchas veces de como se autodefina y que siga un curso de política exterior coherente.

Pero Kazajistán parece estar a punto de desintegrarse debido a su política exterior multifacética de la cual esta orgullosa la élite kazaja y que tal vez sea la causa de su caída.

Fuente: https://rebellion-sre.fr/le-kazakhstan-au-bord-de-limplosion-inquiete-la-construction-eurasiatique/

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