Jean Thiriart y el nacional-bolchevismo gran europeo
Por Yannick Sauveur
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Jean Thiriart retomó sus contactos con la mayoría de sus antiguos colaboradores de la
Joven Europa en 1981, tema al cual dedique mi tesis de universidad. Uno de esos
contactos era Bernardo Gil Mugarza, un antiguo militante de la Joven Europa que en ese
entonces (1981) era periodista y secretario de Información del Estado. Mugarza le pido a
Thiriart que respondiera de “forma sintética” una serie de preguntas que había formulado
para él. Por supuesto, el intercambio epistolar entre los dos revela las muchas diferencias
entre ambos, pues Mugarza es obviamente un hombre de derecha mientras que Thiriart
había cambiado mucho desde que fuera parte de la Joven Europa. De hecho, Thiriart dice
en una de sus cartas a Mugarza que “en la [época en que formaba parte] de la Joven
Europa fui incapaz de expresar muchas de mis ideas, pues necesitaba de un ejército de
activistas y lectores. Pero ahora (1982) puedo escribir libremente sin preocuparme por
tener clientes, editores, simpatizantes, militantes o partidarios. Es decir, ya no soy rehén
de nadie. Por eso puedo decirte que soy un materialista convencido (tu pregunta acerca
de la ‘espiritualidad’ me causa gracia) y un ateo convencido”.
En su correspondencia Thiriart le explica a Mugarza que necesitaría entre 50 y 60 horas
para responder todas las preguntas que este le había hecho, a lo cual este último le dice
que: “Me gustaría que respondiera como máximo en el plazo de una hora la mitad de las
preguntas que le he planteado (…) con cuatro o cinco líneas por cada pregunta”. ¡El
resultado fueron 153 páginas de respuesta por las 106 preguntas! Creo que el error de
Mugarza fue haber hecho tantas preguntas cuando hubiera sido mucho más fácil sintetizar
y formular los problemas principales en apenas unas veinte preguntas. Debido a la forma
en que se hicieron las preguntas y al hecho de que Thiriart muchas veces tiende a
desviarse del tema, junto con numerosas digresiones (ilustrando sus observaciones con
recuerdos y referencias históricas), no resulta extraño que tal cantidad de respuestas lleve
a que se presenten numerosas repeticiones y reformulaciones de muchas ideas que son
expresadas una y otra vez de forma distinta. A pesar de que la presentación es deficiente,
debemos decir que las respuestas que da Thiriart en la entrevista son bastante agradables
de leer y resultan atractivas, pues su lenguaje es vivo y fluido. Thiriart no le gusta escribir
artículos, por lo que prefiere “el sistema de preguntas y respuestas”. Por otro lado, el
contenido de la entrevista demuestra la gran madurez intelectual que Thiriart había
alcanzado en ese momento. Este documento no resulta apto para el público general y sin
duda causará repulsa en todo aquel que se encierre en un marco ideológico estrecho. No
obstante, muchas de las observaciones que hizo Thiriart en su momento siguen siendo
vigentes hoy en día a pesar de la desaparición de la URSS. El hecho de que el contexto
internacional que Thiriart describe haya desaparecido no invalida muchos de los puntos
que describe, sino que, por el contrario, hace evidente la clarividencia del mismo:
observaciones como la inexistencia de Europa, el creciente vasallaje de la misma frente a
EEUU y la creciente oposición de Rusia en contra de este proceso ya eran tesis sostenidas
por él en 1982/83.
Los temas que Thiriart trata en estas 106 preguntas pueden agruparse bajo las siguientes
etiquetas: Europa, la geopolítica, el nacionalismo, la economía, el comunitarismo, el
comunismo, el imperio, Estados Unidos y la lengua. Además, Thiriart analiza los problemas
de la sociedad desde diferentes campos como la sociología, la psicología y la organización,
recurriendo a sus dos grandes maestros (Pareto y Ortega y Gasset) y la visión histórica de
Federico II Hohenstaufen, por quien siente una gran admiración: “Tanto por su idea del
Imperio como por su enorme cultura personal, Federico II sentía amor por el orden y
admiración por la Antigüedad. Veo muchas analogías entre su carácter y el mío” (R.15,
p.12). Sin lugar a dudas, el pensamiento de Thiriart había cambiado mucho en el
transcurso de veinte años (1964-1984). Por ejemplo:
Con respecto Europa dice lo siguiente: “En 1964 creía en la inteligencia de los
europeos occidentales, pero ahora en 1984 considero que son un montón de
borregos castrados (…) En 1964 creía en que los europeos occidentales tendrían la
lucides para construir una ‘Gran Europa’, ahora ya no cree en eso”. Por eso al final
de su vida Thiriart formula la idea de un Imperio euro-soviético, es decir, una
Europa ampliada que incluya la URSS y que vaya desde Vladivostok hasta Dublín.
En cuanto a los seres humanos opina que: “Veinte años después de la Joven
Europa diré que es necesario comenzar por darle nacimiento a ese ‘hombre nuevo’
que el comunismo quiso crear y no lo consiguió. Necesitamos un código moral y
normas de conducta que imperen sobre nosotros si es que queremos conseguirlo”.
Thiriart siempre conservó su eurofilia de juventud: “Desde 1945 he querido la unificación
de Europa más o menos de la misma manera en que Maquiavelo anhelaba la unificación
italiana” (R. 12, p. 10). Antes de abordar sus ideas sobre Europa vamos a hablar de lo que
Thiriart pensaba del nacionalismo y los distintos conceptos que existen de nación.
El nacionalismo
Jean Thiriart nunca deja de atacar el nacionalismo estrecho en los periódicos – “Solo basta
leer las estupideces que escriben nacionalistas arcaicos como Chirac, Debré o Marchais”
–o sus cartas – “el nacionalismo de campanario es escoria” – para darse cuenta de lo que
pensaba. Una y otra vez Thiriart vuelve sobre este tema en la larga entrevista que le hizo
Mugarza, atacando ese nacionalismo literario, estrecho, rígido, encerrado en sí mismo e
irrisorio que pulula por doquier. Thiriart considera el nacionalismo como algo revulsivo:
“Todo nacionalismo crea, genera, refuerza y consolida otras clases de nacionalismos
‘asimétricos’. El nacionalismo alemán engendró el nacionalismo ruso y polaco. Es una
especie de física infernal, sin hablar de que el nacionalismo chovinista resulta muy
precario ya que contiene dentro de sí mismo toda clase de contradicciones” (R.10, p.2). “El
liberalismo fue incapaz de evitar el suicidio colectivo de las potencias europeas que
dominaban el mundo en 1914 debido a los delirios nacionalistas” (R. 34, p.39). “El talón de
Aquiles de Europa es el hecho de que sigan existiendo nacionalismos estrechos y arcaicos”
(R. 105, p. 151). “Estos nacionalismos estrechos son alimentados por los estadounidenses
para de esa forma balcanizar Europa” (R. 105, p. 151).
Ahora bien, Thiriart distingue entre el nacionalismo estrecho (el nacionalismo arcaico) y el
nacionalismo continental (la nación del futuro). Resulta interesante que Thiriart en ese
entonces no hablaba de crear un nacionalismo europeo sino de reafirmar un “nacional-
continentalismo”. Cuando responde a la pregunta de por qué fracaso el Partido Nacional
Europeo (Protocolo de Venecia, 1962), Thiriart dice: “Mosley y yo éramos defensores de
un nacionalismo europeo; ambos de nosotros habíamos superado los viejos nacionalismos
estrechos con tal de crear un nacionalismo continental. Pero ese no era el caso de von
Thadden – un nacionalista alemán de mente estrecha, conservador, primitivo y
anticomunista – ni tampoco el de la canallada que conformaba el MSI” (R. 50, p. 61).
Europa
¿De qué Europa hablaba Thiriart? El ataque contra los nacionalismos estrechos también
era una crítica directa al concepto aún más desquiciado de una Europa de las naciones,
pues se trata “una vez más de una especie de bloqueo mental. El pensamiento propio de
un artrópodo”. “Los nacionalismos estrechos están en guerra los unos con los otros: el
nacionalismo alemán entra en conflicto con el nacionalismo polaco (…) Cada nacionalismo
desprecia a su vecino, pues es un sistema que genera ‘contradicciones simétricas’” (R. 22,
p. 19). “No se trata de fundar una estúpida Europa de las naciones, lo cual sería un
retroceso a la situación de 1913 y 1938, es decir, a las grandes catástrofes e idioteces que
nos llevaron hasta el día de hoy. Dejemos esa defensa de la Europa de las etnias a los
payasos que defienden el folclore y el infantilismo político” (R.94, p.138). “Mi intención es
transformar Europa, que actualmente está dividida en varios Estados (Francia, Alemania,
Italia, Inglaterra, etc.), en un único Estado continental” (R. 12, p. 10). “Histórica y
culturalmente Europa es antes que nada grecorromana” (R. 17, p.14).
Europa existe, pero ¿cuál es la Europa que existe? “La Europa industrial es una realidad, y
también la Europa de las vacaciones (decenas de millones de emigrantes estacionales van
del Norte hacia el Sur). También existe la Europa de las migraciones: millones de
trabajadores del Sur van a trabajar en las industrias del Norte” (R. 19, p. 16). Por supuesto,
Thiriart escribía esto en la década de 1980 y se refería a migraciones intra-europeas. Por
otra parte, a diferencia de muchos lideres y activistas de derecha que se identifican como
defensores de Occidente, Thiriart distingue entre Occidente y Europa: “Occidente es lo
que va desde Bucarest hasta San Francisco con todos sus sacerdotes, rabinos, burguesía y
nacionalismos caducos defensores de supuestos ‘valores’”, mientras que “Europa se
encuentra separada de Estados Unidos por un océano y se extiende mucho más allá de
Bucarest y los Urales. Europa llega hasta la frontera de China en Manchuria y el Océano
Índico. Considero que Europa es una realidad geopolítica antes que una realidad
‘cultural’” (R.20, p. 17). Hoy en día diríamos que Occidente es el atlantismo, el cual – salvo
raras excepciones – se encuentra dentro de todo el espectro político que va desde la
extrema izquierda hasta la extrema derecha.
Lamentablemente, el sistema se ha cerrado y es imposible cuestionarlo desde adentro.
Para darnos cuenta de esto solo hay que ver cómo funcionan las distintas democracias
europeas y las pseudo-oposiciones que constantemente engañan a la gente. Quienes
defienden el abandono tanto de la UE como de la OTAN son marginalizados por el
sistema, cosa que ya Thiriart señalaba: “la vía democrática nos ha sido vedada (…) La idea
de una ‘Europa grande, racional y poderosa’ no es algo que pueda ser vendido a un
electorado plebeyo” (R. 38, p. 46), y luego añade: “En esencia soy un ‘pensador lógico’,
mientras que los activistas solo buscan ‘argumentos para persuadir’ a los otros”. “En su
momento propuse una Europa racional, pero los activistas buscaban crear una Europa
emocional o cualquier otra cosa” (R. 52, p. 64). A esta Europa legal (la UE) Thiriart opone
una Europa legitima: “Europa solo podrá nacer del rugido de las armas y los cañones” (R.
71, p. 97). Por eso no cesa de considerar que la Europa nacida del Tratado de Roma (1957)
es un enano político, pues tal tratado “no dice nada sobre la creación de un ejército
europeo y esa es su principal desgracia. La Europa de un Mercado Común no es más que
un eunuco castrado” (R.62, p. 80). Además, Thiriart ataca a la ONU diciendo que “es una
farsa, un espectáculo, un truco (…) Una Europa unificada no tendrá nada que ver con la
ONU, pues tal organismo solo sirve para resolver problemas técnicos relacionados con la
navegación marítima internacional (…) Es evidente que se necesita dentro del plano
técnico un centro mundial para definir ciertas cosas, pero en el plano político la creación
de semejante organismo es una farsa inútil” (R. 69, p. 94). “Todo poder se engalana con
una serie de teorías que justifiquen tanto su política exterior como interior, de allí que
siempre existan eslóganes de defensa de la ‘libertad’, el ‘socialismo’, la ‘paz’, etc. Antes se
defendía el ‘cristianismo’… Cuando seamos capaces de crear la Europa imperial, entonces
nosotros también la vestiremos con hermosos vestidos” (R. 76, p. 105).
Pero Europa ha sido convertida en un vasallo: “La ocupación estadounidense es una forma
de ocupación suave frente a la ocupación dura de los rusos” (R. 60, p.78). En 1984 la
degradación causada por la ocupación estadounidense era evidente y, peor aún, se ha
extendido incluso a los países de Europa del Este. La OTAN se expandió a Polonia, Hungría
y República Checa (1999) poco después de la caída de la URSS. Y ha venido incorporando a
otros países como Bulgaria, Rumanía, Lituania, Letonia, Estonia, Eslovaquia y Eslovenia
(2004); luego Croacia y Albania (2009); y finalmente Montenegro (2017) y Macedonia del
Norte (2020).
La geopolítica
Thiriart siempre razonaba en términos geopolíticos: “un Imperio euro-soviético será una
construcción geopolítica perfecta muy parecida a como lo fue el Imperio Romano o la
primera República de Sieyès. Defiendo una concepción geohistórica totalmente
desprovista de pasiones espurias” (Imperio euro-soviético de Vladivostok a Dublín). “Solo
ha habido dos naciones que han conseguido alcanzar dimensiones notables debido a
circunstancias geográficas muy fortuitas y favorables. En primer lugar, los Estados Unidos
que se expandieron desde el Este hacia el Oeste sin encontrar ninguna resistencia
organizada, salvo la de débiles rivales como México o España (Guerra de Cuba), siendo
capaces de hacerse con tierras vírgenes e inexploradas. El otro país sería Rusia, que se
expandió fácilmente hacia el Oriente, es decir, Siberia (…)Europa sólo ha existido bajo el
Imperio Romano (…) Sin embargo, ha habido varios intentos de reunificarla bajo la
bandera de Carlomagno, el imperio de los Hohenstaufen o Carlos V” (R.102, p.147).
Thiriart no conocía la obra de Zbigniew Brzezinski, pero es interesante que este último
diga casi lo mismo solo que de forma opuesta. “El principal problema geopolítico de
Estados Unidos tiene que ver con la unificación de Eurasia (…) Nuestra tarea más urgente
es impedir que un Estado o grupo de Estados sea capaz de expulsar a los Estados Unidos
de Eurasia o debilitar nuestro papel de árbitro mundial (…) La ampliación de la UE y la
OTAN nos ayudará a cumplir con los objetivos de la política estadounidense tanto a corto
como a mediano plazo, pues la incorporación de los países de Europa Central multiplicará
el número de Estados pro-estadounidenses que existen en el consejo europeo. Además,
esto impedirá la creación de una Europa políticamente integrada que sea lo
suficientemente fuerte como para competir con los Estados Unidos en regiones de gran
importancia como el Medio Oriente”. Este pequeño extracto de un libro de Zbigniew
Brzezinski nos revela como las conclusiones geopolíticas de Thiriart eran totalmente
correctas.
Quince años antes (1982) Thiriart ya había explicado la razón por la que EEUU quería
destruir la URSS: “En mi diagrama 3 hago un cálculo de la estrategia política mundial del
sionismo estadounidense (…) donde explico que Yalta ha sido liquidada. Washington está
decidido a provocar el colapsar de la URSS” (P. 91, p. 133). “La URSS está a la defensiva,
rodeada desde Noruega hasta Tel Aviv (…) Mi diagrama 3 nos lleva a la conclusión de que
la URSS tendrá que ‘cumplir con su destino geoestratégico’. Debe extender su ‘frontera
hasta el Rin’. Esta frontera es Irlanda e Islandia (…) Mi tercer diagrama explica que la URSS
necesita socios y amigos en Europa Occidental ahora mismo. La URSS es la última potencia
europea que no ha sido domesticada por el proyecto de dominación mundial sionista-
estadounidense” (R. 91, p. 134). “La geopolítica dicta que una Europa sin la URSS será tan
estéril e inestable como lo fuimos en 1919 con una Alemania humillada o como en 1946
con una Alemania ‘criminalizada’. Los rusos son también europeos. Y lo que han
conquistado durante los últimos tres siglos lo han hecho para Europa. Vladivostok es tan
importante para nosotros como Reikiavik o Lisboa” (R. 94, p. 138)
Pero, ¿cuál sería el centro de gravedad de tal Europa? “Si mañana el Imperio euro-
soviético logra realizarse abarcando desde Vladivostok hasta Dublín, entonces tendremos
que proponer que el centro geopolítico de tal imperio deberá desplazarse también, pues
Moscú no podría ser la capital de tal imperio. El centro político de este imperio deberá
ubicarse más hacia el sur y en el Occidente, pues todo centro imperial debe tener sus ‘pies
sumergidos en el agua’. El Bósforo será el centro de gravedad de este imperio que se
extiende desde Vladivostok hasta las Azores, desde Islandia hasta Pakistán” (R. 33, p. 37).
“La inviolabilidad de Siberia es el centro alrededor del cual gira el pensamiento geopolítico
de este Imperio euro-soviético. El control absoluto del Mediterráneo, convertido en un
‘Mare Internum’, será nuestra contrapartida del atlantismo occidental. La línea del Sahara
también hará parte de nuestro cordón de seguridad” (R. 42, p. 51). “El Mediterráneo debe
convertirse en un MAR CERRADO, una especie de gran lago” (R. 26, p. 24). Esta última idea
no es nueva y Thiriart la había expresado en 1964 cuando decía que la VI Flota de los
Estados Unidos no debería patrullar el Mediterráneo.
La presencia estadounidense en Europa no es una garantía de seguridad sino una
amenaza. Los serbios, y ahora los ucranianos, han experimentado de forma dolorosa esa
realidad. Es por eso que Thiriart tiene razón al decir que un bloque europeo unido es la
única garantía para nuestra seguridad: “creo que es necesario crear bloques continentales
gigantescos: 1) un imperio euro-soviético que incluya África, 2) una China que se extienda
hasta Java, 3) la unificación económica de las dos Américas y 4) la India como cuarto
bloque que asegure la paz entre todos los demás” (R. 103, p. 150). Una guerra que se
extendiera por toda Europa tendría consecuencias desastrosas en el plano económico,
industrial y humano. Thiriart dice que “en caso de que se desate una guerra, los
estadounidenses ‘lo destruirán todo antes de irse’, pues saben que deben destruir el
potencial industrial de Europa antes de que se vean obligados a abandonarla (…) Ante
algo semejante, ¿qué debemos hacer los europeos? Y con ello no me refiero a los lacayos
de Washington y Tel Aviv, sino a aquellos (si es que quedan) que no han sido castrados por
los políticos” (R.83, p.124).
El Imperio
Thiriart utiliza el término Imperio (El Imperio euro-soviético) para denominar a una
entidad política de grandes dimensiones espaciales y que tiene la voluntad de unificar los
pueblos por encima de las lenguas o las razas (la Europa alemana). La Europa imperial de
la que hablaba funcionaría gracias al concepto omniciudadanía el cual es consustancial al
Imperio: “El concepto de omniciudadanía que he desarrollado designa a una gran unidad
imperial, siendo heredero de los conceptos jacobinos creados por la primera República
francesa. En mi opinión – y justo como los jacobinos lo hicieron en su momento – la
ciudadanía es igual en todas partes, sin importar de donde uno venga o hacia donde se
dirija. Tanto una nación jacobina como un ‘Imperio totalitario e ilustrado’ será en el fondo
un Imperio euro-soviético” (R. 35, p.40).
Estados Unidos
Estados Unidos es el obstáculo por excelencia para la consecución de la unidad europea,
Thiriart propone expulsar a los estadounidenses “por cualquier medio necesario(…)
Debemos hacer todo lo posible para eliminar la presencia estadounidense de Europa.
Nuestro objetivo es que ni un solo soldado estadounidense (al menos de que sea un
prisionero o un rehén) debe vivir en Europa”. “La guerra revolucionaria debe comenzar
por destruir la industrial estadounidense y luego las familias de los militares
estadounidenses hasta llegar a los soldados. Antes de usar las armas debemos obligar al
ejército estadounidense a vivir en guetos (…) y así vivir un nuevo Vietnam. El terrorismo
de las Brigadas Rojas italianas fracaso por su nacionalismo estrecho y porque sus objetivos
no estaban bien definidos. No se trataba de matar a los canallas y sinvergüenzas de la
democracia cristiana, sino a los estadounidenses. De haberlo hecho entonces el
terrorismo de este grupo podría haber abarcado toda Europa y extenderse desde Roma
hasta Bruselas, Cádiz y Frankfurt” (R. 77, p.106). Thiriart conocía muy bien los Estados
Unidos debido a que lo había visitado varias veces por su trabajo: “He viajado mucho a los
Estados Unidos y esto me ha permitido estudiar y apreciar a este pueblo al que debemos
combatir sin tregua mientras su ejército siga en Europa. Hemos perdido nuestra capacidad
de moldear la historia por la culpa de los estadounidenses y sus lacayos” (R.91, p. 132).
Por otro lado, tiene opiniones encontrados con respecto al pueblo: “Existen ciertas cosas
que me gustan de Estados unidos (…) y admito que no me siento como un completo
extraño allá (…) Aunque desprecio al estadounidense promedio por su ingenuo y natural
sentimiento religioso. Estados Unidos es un país marcado por la religión y los ateos
escasean en semejante lugar” (R. 74, p. 101).
La economía
Muy pocas de las 106 preguntas que Mugarza le hizo a Thiriart tenían que ver con la
economía y esto le resultaba insoportable a este último. Thiriart le dijo sinceramente a
José Cuadrado Costa que era un liberal en lo económico y que era necesario mantener un
cierto nivel de competencia entre las empresas. También estaba a favor del comercio y en
contra del proteccionismo. Consideraba que la autarquía solo era posible para Estados
gigantescos como Estados Unidos, China y el Imperio euro-soviético. En este sentido,
seguía las ideas de Friedrich List, un economista y nacionalista alemán partidario del
Zollverein y especialista en los ferrocarriles. “El estadounidense Edward Mead Earle dice
que List es el ‘santo patrón’ de los expansionistas, pangermanistas y nacionalsocialistas.
Ahora es el santo patrón de los defensores de ‘la Gran Europa’ que va desde Vladivostok
hasta Reikiavik (…)List fue el primero en distinguir entre la economía política y la
economía cosmopolita” (R. 79, p. 108). “El mismo deseo estadounidense de castrar a
Europa Occidental puede verse en la política que ha impuesto sobre la aviación civil (…) En
la actualidad, la propaganda estadounidense en Europa agita el ‘fantasma’ de la
dependencia de nuestra industria del gas soviético. ¿Pero acaso la dependencia de Europa
de la aeronáutica y de las armas atómicas estadounidenses no es igual de mala?” (R. 79, p.
110) Cualquier observador atento se dará cuenta de como ha aumentado la sumisión
europea en los últimos años.
Conclusión
El objetivo de Thiriart es crear un homo novus y el Imperio Euro-soviético no es más que
un medio para conseguirlo. Thiriart dice que la única manera de lograr tal cosa es a través
de una sociedad totalitaria (en un sentido no peyorativo). “El hombre nuevo será el
sucesor de los jonios, por lo que considero que esta Europa que se extiende desde
Vladivostok hasta Dublín será un inmenso laboratorio científico de la que será necesario
erradicar los delirios y fantasmas creados por el cristianismo, el judaísmo y el islam” (R.18,
p.15). Además, Thiriart siempre vuelve sobre los términos de Imperium y Dominium, es
decir, lo público y lo privado: “El Imperium tiene que ver con las obligaciones y las
prohibiciones de lo que se puede HACER, mientras que el Dominium tiene que ver con la
libertad de pensamiento” (R. 36, p.42). Por lo que uno podría preguntarse si no existe una
contradicción entre la sociedad atea que tanto deseaba crear y el deseo de conservar las
libertades individuales.
Notas:
- Jean Thiriart. Defiende un nacional-bolchevismo gran europeo en las 106 respuestas a
Mugarza: “El comunitarismo en el presente podría ser asimilado más o menos al ‘nacional-
bolchevismo gran europeo’ o a una suerte de comunismo prusiano”. - Jean Thiriart et le national-communautarisme européen, Paris 1978.
- Carta a Jean Thiriart de 25/09/1981.
- Carta de Mugarza del 13/06/1982.
- Citamos la edición no comercial del libro, la cual incluye un índice temático (45 páginas)
y un índice de nombres (19 páginas). - Las citas están entre comillas y son tomadas de las 106 respuestas a Mugarza,
señalamos entre paréntesis el número de respuesta y página. R.15, p.12. - “L’Après-Yalta. Un entretien exclusif avec Jean Thiriart” en Conscience Européenne, N°
8, juillet 1984. - Carta a T.M. del 19/02/1988.
- L’Après-Yalta, op.cit.
- Carta a Mugarza, 12 de marzo de 1982.
- Respuestas a las preguntas 10, 12, 19, 22, 30, 34, 43, 50, 61, 66, 75, 79, 103, 105. 12.
Zbigniew Brzezinski, Le grand échiquier. L’Amérique et le reste du monde, Bayard Editions
1997. - Mon schéma n° 1 était l’OAS devenant la France Piémont. Le schéma n° 2 était les
«Brigades Européennes» au Moyen-Orient Q. 91, p.132-133) - “Cosmopolita” era el término que utilizaba List para definir los escritos de Adam Smith,
J.B. Say y otros de su “escuela”, Edward Mead Earle, Les maîtres de la stratégie. Tome 1
De la Renaissance à la fin du XIXe siècle, Berger-Levrault 1980.