Entrevista a Guillaume Travers: La sociedad de la vigilancia como última etapa del liberalismo

La “sociedad abierta” liberal sólo puede subsistir bajo la imposición del control social y la vigilancia electrónica, pero el escritor Guillaume Travers sostiene que no se trate de una contradicción, sino de la conclusión lógica de la misma, idea que explora en su último ensayo: La Société de surveillance, stade ultime du libéralisme (Éditions La Nouvelle Librairie). Traduction : Juan Gabriel Caro Rivera

A/ Podemos decir que en su último ensayo explora el “lado oscuro del liberalismo”, el cual sería su carácter liberticida. ¿Acaso este creciente proceso de control social debido a la globalización no es solamente una etapa accidental dentro del sistema?  

Algunos piensan que la intensificación del control social que estamos experimentando hoy contradice por completo los discursos sobre la “sociedad abierta”, la “libertad individual”, etc., pero creo que eso no es cierto por lo siguiente: todo orden social requiere de una forma de control social que garantice el cumplimiento de unos compromisos mutuos, el respeto de ciertos derechos y deberes, etc. En las sociedades pre-liberales el control social recaía sobre instituciones informales, ya que este era “mantenido” por la confianza que ejercían las relaciones personales que existían al interior de una comunidad orgánica o las relaciones basadas en el honor y la reputación, etc. Las sociedades liberales carecen de estos mecanismos de control comunitario, ya que están basadas en el intercambio comercial a distancia y de manera abstracta. Es por eso que con tal de mantener a la sociedad unida deben recurrir a normas escritos, al derecho, a los procedimientos judiciales, etc. El liberalismo ha proclamado desde hace dos o tres siglos la libertad de comercio mundial, pero esto tiene un lado oscuro: para que tal actividad sea posible es necesario imponer toda clase de contratos escritos, tribunales de garantías, intermediarios, normas y certificados, etc. Todo ello era innecesario en cuando la gente comerciaba basado en vínculos sanguíneos. Por lo tanto, esta nueva superestructura global de control social es la contrapartida real del “libre” intercambio a escala mundial. 

A/ El concepto de “libertad” se ha vuelto cada vez más difícil de definir. ¿En qué se diferencia la “libertad liberal” de la “libertad de los antiguos”, es decir, de los griegos y los medievales? 

Ese es el meollo del asunto: la palabra “liberalismo” proviene del sustantivo
“libertad” y eso lleva a muchos a pensar que no existe la libertad fuera del liberalismo. Obviamente, eso no es cierto, ya que la libertad, y los debates sobre ella, han existido desde mucho antes de que surgiera el liberalismo. Tanto en la Antigüedad como en la Edad Media la libertad nacía de la pertenencia a una comunidad política: los atenienses podían participar en la vida cívica porque eran de Atenas, mientras que en el mundo medieval era posible ejercer un determinado oficio debido a que se pertenecía a una determinada corporación y así sucesivamente. Estas libertades eran realidades concretas que se disfrutaban como tales por estar vinculado a una determinada realidad política o comunitaria. Eran libertades territorializadas y limitadas: creer que uno podía ir a una sociedad lejana a reclamar libertades en nombre de un derecho universal era un sinsentido. La “libertad liberal” es abstracta: los hombres son libres independientemente de su filiación política y en virtud de su existencia biológica. Pareciera que esta libertad es mucho mayor, pero eso es una ilusión ya que es abstracta y no tiene una realidad tangible. El “derecho a ser feliz” nunca ha ayudado a un depresivo a alcanzar la felicidad. Por otra parte, la “liberación” del individuo de toda identidad orgánica (linaje, comunidad, nación, etc.) implica la imposición de un sistema jurídico alienante y abstracto. En este sentido podemos decir que mientras la libertad clásica era de naturaleza política, la libertad liberal es de naturaleza jurídica. 

A/ “Este proceso de difuminación entre lo cercano y lo lejano” hace parte de la “sociedad líquida”, ya que ella se articula alrededor de la intensificación de los flujos económicos y financieros a escala planetaria. Con el fin de imponer este sistema, el capitalismo ha destruido muchos de los antiguos obstáculos que impedían esto, como lo eran los valores, las fronteras, la naturaleza, etc., y ha producido todo un arsenal de normas y leyes nuevas. ¿Pero esta necesidad de hacer que todo circule permanentemente no es su punto débil, ya que para proteger este talón de Aquiles se debe involucrar continuamente en guerras imperialistas y controlar constante a la población a escala mundial?

La mentalidad de las sociedades premodernas se caracterizaba por una distinción muy clara entro lo cercano y lo lejano, entre los que pertenecen a una comunidad y los que no, por lo que el intercambió entre comunidades distintas se hacía bajo condiciones completamente diferentes y remitiéndose a un corpus legal totalmente distinto dependiendo de si era alguien cercano o lejano. El liberalismo consideraba que esta clase de distinciones eran artificiales y que, por el contrario, es “natural” que el individuo este por completo desvinculado de toda comunidad. Esto ha provocado que el reino de lo lejano crezca y el reino de lo cercano se haya ido desvaneciendo. Por supuesto, este proceso tiene un reverso: debido a que los lazos comunitarios y la distinción entre lo cercano y lo lejano no eran realidades artificiales, por lo que ha resultado muy difícil eliminarlas en la práctica. Como hemos dicho anteriormente, el triunfo del intercambio a distancia requirió de la formación de una vasta superestructura jurídica asociada al surgimiento de los Estados modernos, la despersonalización y la judialización de las relaciones sociales. Sin embargo, para que esto también se hiciera realidad, fueron necesarias muchas intervenciones militares explícitas con la intención de llevar a cabo la apertura comercial de varios pueblos. Existen numerosos ejemplos, especialmente las guerras inglesas y estadounidenses que, desde el siglo XIX hasta hoy, han tenido como objetivo permitir el “libre” intercambio a distancia de productos. 

A/ ¿La introducción de un pase sanitario (tanto en Francia como en Italia) es parte de la lógica liberal?  

Pienso que es una parte intrínseca de la lógica del liberalismo, pues este niega las afiliaciones políticas (que eran reguladas por las comunidades) con tal de reemplazarlas con contratos legales (los cuales regulan a los individuos). Muchos presidentes alrededor del mundo intentaron combatir la pandemia del Covid-19 mediante soluciones de carácter legal y no político, después de todo, ellos descartaban la idea de cerrar las fronteras entre los distintos países y lo único que se hicieron fue cambiar los requisitos necesarios para atravesarlas mediante la implementación, por ejemplo, del código QR. Ante esta situación imprevista y excepcional (aunque no vale la pena preguntarnos ahora si realmente lo fue o no) la única solución que se les ocurrió fue reforzar las leyes legales abstractas, lo que implicaba someter a toda la humanidad procesos jurídicos y estatus médicos “estandarizados” a escala global a fin de reanudar los flujos financieros. Ahora bien, este sistema de controles tomó la forma de un pase usado para la vacunación, pero realmente pudo haber sido cualquier otra cosa, como la obligación de vacunarse o incluso la creación de una “tarjeta de identidad” médica mucho más completa. Creo que se van a implementar formas de control de este tipo de ahora en adelante. 

A/ “Control en todas partes y seguridad en ninguna”: ¿cómo es posible que en una época de vigilancia global sea imposible proteger en zonas enteras del territorio francés tanto los bienes como las personas? 

Es una cuestión complicada. En primer lugar, uno de los lugares donde más se nota que lo político ha sido abandonado en favor de lo jurídico es en los debates que giran alrededor de la seguridad. Una respuesta política al problema de la inseguridad sería controlar mejor la inmigración y eso implica volver a las fronteras políticas. Pero el hecho de que se hable casi exclusivamente de “seguridad” y no de inmigración termina por reducir este problema a una dimensión meramente legal como si se tratara solamente de ataques a la propiedad o a las personas. En segundo lugar, existen pocas garantías de seguridad y en la mayoría de los casos se trata de problemas temporales vinculados sobre todo a “conflictos relacionados con los derechos”, debido a que las “libertades” o “derechos” proclamados por los liberales son puramente abstractos. Ya que estos derechos son completamente abstractos, no resulta imposible que sean incompatibles entre sí: por ejemplo, se puede proclamar simultáneamente el derecho a la propiedad privada y el “derecho a la dignidad”, siendo esto último lo que legitima infracciones a la propiedad privada en situaciones de desamparo. Cuando surge un conflicto de este tipo normalmente prevalece aquel que es favorecido por las autoridades políticas, especialmente los jueces. Sin embargo, no nos cabe la menor duda de que los candidatos “de derechas” que proclaman un incremento de la seguridad simplemente se dedicaran a crear mecanismo de vigilancia abstractos mucho más sofisticados. Algunos de ellos expresan abiertamente su preferencia por imponer el reconocimiento facial en el espacio público, así como la creación de sistemas de vigilancia que invadan la esfera privada (control de las comunicaciones, gasto, etc.). Por lo que consideran que todo esto es mucho mejor que el restablecimiento de las fronteras políticas.  

A/ Su análisis del debate “conspiración vs. anticonspiración” es uno de los más claros que hayamos leído sobre este tema.  ¿Cómo podemos criticar al sistema sin caer en este tipo de trampas?  

Creo que debemos adoptar un enfoque genealógico a la hora de estudiar las estructuras de vigilancia y gobernanza mundiales, es decir, debemos buscar su origen. Realizo un esbozo de este tipo en mi libro, pero considero que es necesario realizar un tipo de estudio mucho más profundo. Mi tesis parte de que el rechazo de las fronteras políticas en favor de la creación de un vasto mercado global implica un proceso de apertura que va necesariamente acompañado de la aparición de un pequeño número de estructuras públicas (FMI, OMC, etc.) o privadas (grandes bancos, etc.) que se hacen cada vez más poderosas. No se necesita hablar de una conspiración mundial para explicar la existencia de tales intermediarios, ya que ellos han surgido de la lógica misma del liberalismo. No obstante, es cierto que una vez que estos intermediarios aparecen comienzan a concentrar en sus manos cada vez más poder y eso los lleva a tomar decisiones que no tienen nada que ver con los intereses de los pueblos. Negar esto, como hacen los “anti-conspiradores más básicos”, resulta absurdo. Por otro lado, la creciente desconexión entre las élites mundiales y el pueblo – que es la raíz de las teorías de conspiración – tiene una explicación bastante sencilla: esta desconexión es producto de un mundo donde el control social es cada vez más desarraigado, enajenado de las comunidades orgánicas y que tiene cada vez menos contacto con el exterior. 

A/ ¿Considera que es imposible volver a la “normalidad” dentro del liberalismo? ¿Cuáles considera que serán los próximos sistemas de control social?

Pienso que el pase sanitario, tal y como existe ahora, dejará de ser pertinente en el futuro. Sin embargo, esto no invalida mi tesis. Mientras el mundo siga dominado por el liberalismo y su deseo de mezclar cada vez más a las personas o de hacer circular cada vez más las mercancías, entonces serán necesarias formas de vigilancia cada vez más abstractas. Todas las herramientas técnicas que existen ahora serán usadas tarde o temprano: vigilancia de la población, “internet de las cosas”, reconocimiento facial, etc. La única alternativa que tenemos es reafirmar nuestras afiliaciones políticas y volver a las identidades orgánicas, pero eso conlleva retornar a una concepción del orden social y la libertad bastante especifica. Nuestra civilización, si nos tomamos la molestia de conocerla, nos ofrece ejemplos gloriosos en su pasado que van desde el mundo griego hasta hoy: los europeos se enorgullecen de su concepción de la libertad, que siempre han opuesto al “despotismo” oriental.

Para leer: https://www.revue-elements.com/produit/la-societe-de-surveillance-stade-ultime-du-liberalisme/

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