Entrevista a Eric Branca: De Gaulle y los grandes

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

El historiador y periodista Eric Branca acaba de dedicar un estudio muy bien documentado a las relaciones del general De Gaulle con los “grandes” de su tiempo.

R / El encuentro cara a cara entre De Gaulle y Churchill sucedió en el momento en que estalló la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo se las arreglaron estos dos gigantes en medio semejante confusión?

Se debió a que los dos se necesitaban mutuamente, además de que se admiraban entre sí. En primer lugar, porque De Gaulle no habría existido si Churchill no le hubiera extendido la mano; de ahí el agradecimiento interminable que el General le dedicó hasta su último día, lo que explica por qué, a pesar de la violencia de sus enfrentamientos, nunca hubo una ruptura entre ellos. Pero para Churchill, la ayuda que le proveía France también le ofrecía muchas ventajas, incluso después de que Estados Unidos entró en la guerra en 1941. Por asimétrica que fuera esta alianza, no era realmente tan desequilibrada como podría considerarse a primera vista. Un solo ejemplo: Bir-Hakeim (mayo de 1942) donde, según admitió el propio Rommel, la feroz resistencia de la Francia Libre retrasó el avance de los Afrika Korps hacia el Canal de Suez. Bir-Hakeim fue le “grano de arena” que evitó que los alemanes se apropiaran del petróleo del Medio Oriente. Churchill nunca lo olvidaría. Pero los americanos sí olvidarían lo que le debieron durante la invasión de Italia al mariscal Juin, al haberles abierto el camino hacia Roma con su atrevida maniobra de Garigliano (mayo de 1944) y que les permitió salir del atolladero en el que estaban atrapados desde hacía meses…

R / Desde el principio, las relaciones entre De Gaulle y Roosevelt fueron de hecho muy complejas. ¿El presidente estadounidense realmente tenía la intención de eliminar políticamente al General y poner a Francia bajo su supervisión directa?

Perdón por ser franco, ¡pero tu pregunta me sorprende un poco! Ni siquiera deberíamos hablar de un “tutelaje”, sino de una “ocupación”, como lo demuestra el mismo nombre elegido por Roosevelt para denominar a la supuesta estructura que administraría Francia después del desembarco: AMGOT, en otras palabras, un Gobierno Militar Aliado para los Territorios Ocupados (Allied Military Government of Occupated Territories). En cuanto a “eliminar” a De Gaulle, la palabra resulta demasiado suave, ya que Jean Monnet, en su famosa carta del 6 de mayo de 1943 le habla a Roosevelt de “destruirlo” …

Desde 1942 a 1943, los estadounidenses hablan de su deseo de reestructurar Europa y eso incluía igualmente su intento de desmantelar el territorio francés. Su plan era sorprendentemente similar al de Hitler, en caso de que el Eje hubiera ganado la guerra. Como recuerda Jean-Paul Cointet en su magistral estudio, Hitler y Francia (Perrin, 2014), este último quiso cortar a Francia en siete pedazos. ¡Roosevelt soñaba con dividirlo en tres! Al Norte, un gran principado belga-luxemburgués; en el Este, una nueva Lotaringia dedicada a la explotación del carbón y, como bonificación, el margen izquierdo del Ródano sería entregada a Italia, como agradecimiento por haber cambiado de bando en 1943… Cuando De Gaulle se enteró de ello, gracias a la indiscreción de los ingleses, en ese momento se dio cuenta de que tendrá que luchar en dos frentes: contra los nazis y contra un aliado que era otro “invasor”. A finales de 1942, se habían creado escuelas de administración en Gran Bretaña para establecer este gobierno militar aliado de los territorios ocupados. Francia estaba en la lista de estos territorios junto con Alemania y Japón. Los oficiales civiles debían tomar el lugar de los prefectos de Vichy y administrar todo. Llegamos a imprimir la moneda del ocupante, un “billete bandera”, cuyo poder adquisitivo habría sido aún más desfavorable que el concedido al franco por los alemanes, frente al marco, entre 1940 y 1944… De Gaulle haría fracasar in extremis esta maniobra gracias a la Resistencia, la cual permitirá a los Comisarios de la República, elegidos por Alexandre Parodi y Michel Debré, ocupar el lugar de los prefectos de Vichy ante estos oficiales de ocupación estadounidenses y sus furgonetas de billetes cuya tinta estaba apenas seca.

R / “El gran problema, ahora que el asunto argelino está resuelto, es el imperialismo estadounidense”. ¿La estrategia del General hacia Estados Unidos fue siempre la de ofrecer una alternativa a su dominación, como sucedió en su discurso en Phnom-Penh o en el “Vive le Québec Libre”?

Habiéndose educado bajo las circunstancias de 1944, ¿podría haber pensado de otra manera? Por decirlo así, ¡le “pagaremos para que usted vea”! Consideremos que, durante 1940, si alguien tenía esperanza en los Estados Unidos, ¡era el mismo De Gaulle! Este es incluso el punto central de su llamamiento del 18 de junio, cuando evoca “las inmensas fuerzas que en el universo aún no se han desatado”. Desde el otoño de 1940, el General incluso propuso a Roosevelt poner a disposición de los estadounidenses, aún en paz con Alemania, las bases aéreas y navales del África Ecuatorial, recientemente integradas a la Francia Libre. ¡Pero Roosevelt lo ignoró debido al temor que sentía por disgustar a Pétain! Sin querer avergonzar al presidente estadounidense, que luchaba contra un Congreso aislacionista, De Gaulle incluso esperó a que Pearl Harbor (diciembre de 1941) dirigiera toda la atención hacia él, contentándose, hasta ese momento, con enviar sus mensajes a través de los pocos franceses que se encontraban en Washington y que había ganado para su causa.

En cambio, ¿qué hace Roosevelt? No solo ignora a De Gaulle y a la Francia Libre, que se había sacrificado junto a los aliados, sino que persiste en mantener sus lazos con Vichy, ¡que extermina a los gaullistas! ¡Y esto hasta el día anterior a la liberación de París donde apostó, después de apoyar a Darlan y luego a Giraud, por una solución transitoria encarnada por Pierre Laval, el hombre más odiado de Francia! Recuerdo de todos modos que el yerno de Laval, René de Chambrun, era el primo menor de Roosevelt (quien lo apodaba Bunny) y que este mismo Chambrun, cuyo bufete de abogados se estableció tanto en Nueva York como en el París de la Ocupación, no cesó, durante toda la guerra, de jugar “al golpe que vendría después”. Como la gran parte de las “élites” económicas francesas, que han sido muy bien estudiadas por la gran historiadora Annie Lacroix-Riz y en cuyas obras demuestran, con documentos justificativos, la continuidad del anti-gaullismo de esas mismas élites. Entre estas élites y los Estados Unidos existía una identidad total en cuanto a sus intereses: cuando los primeros necesitaban de Washington para preservar sus posiciones, los segundos sabían que se encontrarían obligados, teniendo mucho que perdonar, para convertirse en sus más fieles relevos…

Volviendo al poder en 1958, De Gaulle siguió apartando a Francia de esta humillante dependencia al jugar la carta de una Europa “europea” (con Adenauer) y de una política exterior destinada a abrir un “tercera camino” entre los dos bloques cuya competencia consideraba que era un golpe mortal contra la paz mundial.

R / ¿Tenía Francia los medios para esta política sabiendo que, dentro de su propio campo, De Gaulle tenía que enfrentarse a los partidarios del atlantismo y alinearse con los Estados Unidos?

¡No solo tenía los medios (al estar equipado con una fuerza de ataque independiente, libre de la OTAN, y una economía próspera que estaba a punto de triunfar sobre la hegemonía del dólar si no hubiera sucedido la crisis de 1968), pero aun así logró alcanzar resultados asombrosos hasta que el General terminó por marcharse! ¿Quién, sino De Gaulle, comenzó la distención? ¿Quién abrió el camino para la emancipación de los pueblos, hasta entonces bajo el dominio estadounidense, pero también, no lo olvidemos, de los soviéticos? Hablamos a menudo, con razón, del discurso profético de Phnom Penh, pero no olvidemos la conferencia de prensa del 9 de septiembre de 1968 (tres semanas después de la intervención de los tanques soviéticos en Praga), en cuya ocasión el General saluda con “entusiasmo al pueblo checoslovaco por obtener el inicio de su propia liberación” y dice a los rusos que “¡es demasiado tarde para que cualquier ideología, y en particular el comunismo, prevalezca sobre los sentimientos nacionales!” Una advertencia que, en el bloque soviético, tendría la misma importancia a la de un “¡Quebec libre!” para el mundo anglosajón…

R / La Francia del general De Gaulle fue el primer país occidental en establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China. Nunca hubo una reunión entre De Gaulle y el presidente Mao, pero ¿cuál era la opinión del general sobre el “Gran Timonel” y sobre China?

De Gaulle nunca habló públicamente sobre la personalidad de ningún jefe de Estado extranjero, porque para él lo que importaba eran las personas representadas por el líder en cuestión. Y que De Gaulle ignorara la revolución china y la asombrosa resurrección nacional que encarnaba fue un gran error. De ahí su decisión de reconocer a la República Popular China en 1964, luego del consejo que le dio a Nixon, un estadounidense a quien respetaba y que siguió su consejo de hacer lo mismo, lo cual Nixon hizo después de haber sido elegido.

R / ¿La reanudación de las relaciones franco-alemanas está vinculada a la relación entre De Gaulle y el canciller Adenauer?

Es cierto que la personalidad de Adenauer, católico y renano que resistía frente al nazismo, pero que estaba poco inclinado a someterse a los angloamericanos, a diferencia de otros políticos alemanes que, como algunos otros políticos franceses, tenían mucho que perdonar (los cancilleres Erhard o Kiesinger, por ejemplo) y necesitaron desempeñar un nuevo papel frente al mundo de postguerra. Pero no olvidemos nunca que incluso antes del final de la guerra, el General había advertido que era ilusorio construir una Europa sin Alemania y que esta visión era inseparable de una visión continental global. Digamos que Adenauer le permitió avanzar en esta dirección, pero era únicamente un boceto. Estados Unidos decidió eliminar a Adenauer en 1963, culpándolo de haber sido el artífice del Tratado franco-alemán, considerado por este país como una alternativa a la OTAN.

R / Muchas gracias por tus respuestas.

Fuente: https://rebellion-sre.fr/entretien-avec-eric-branca-de-gaulle-et-les-grands/

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